*Artículo publicado en Funds Society el 03/02/2022. Puedes ver la publicación original haciendo click aquí.
La inversión ESG como movimiento dentro de la industria de la gestión de inversiones está fallando a los inversores éticos. Particularmente a aquellos cuya ética está forjada por el cristianismo, la mayor religión del mundo.
El problema de los criterios ESG para los inversores cristianos comprometidos es doble: por un lado, se encuentra la falta de consistencia por parte de las empresas de inversión a la hora de implementar los criterios ESG en sus fondos de inversión. Por otro, los criterios ESG se quedan cortos cuando se trata de abordar aspectos morales que están en el corazón de la vida cristiana, como la dignidad de la vida o la libertad religiosa, considerados por un número creciente de inversores confesionales como una debilidad fundamental que les frena en su decisión de optar por la inversión socialmente responsable.
Esto ha llevado a muchos inversores a buscar una alternativa: la inversión coherente con la fe (que por su traducción en inglés se conoce también como Faithful Investing). El Faithful Investing sugiere una mayor objetividad, transparencia y claridad, ofreciendo así una capa adicional de escrutinio que aporta una mayor profundidad de la que pueden ofrecer las oportunidades de inversión centradas en los criterios ESG. Esto no debería sorprender a los observadores del mundo de la inversión ya que las agencias de calificación, los reguladores y las empresas de gestión de activos han fracasado en lograr un enfoque coherente, consensuado, unificado y armonizado para la aplicación de los criterios ESG.
Por una parte, la falta de coherencia ha sido destacada por los académicos que han demostrado que la correlación entre las agencias de calificación es baja (véase el estudio 2019 de la MIT Sloan School of Management – Aggregate Confusion: The Divergence of ESG ratings). Asimismo, un informe de la empresa de inversión SCM puso de relieve que una de las causas que contribuye a dicha divergencia es por ejemplo el hecho de que pocas empresas sometan sus informes de sostenibilidad a una auditoría externa que verifique realmente que todos los logros que anuncian en ellos son un fiel reflejo de la realidad (véase: SCM Greenwashing: Missclassification and Mis-Selling of Ethical Investments).
Además, los investigadores han demostrado que menos del 5% de las empresas basan sus objetivos ESG en datos científicos, lo que pone de manifiesto la falta de respaldo científico detrás de los logros que anuncian sus informes.
Por otra parte, en el caso de los criterios ESG, su determinación depende de tres factores subjetivos como son: el ámbito (cuando hablamos de “sostenibilidad”…¿a qué se está refiriendo concretamente?); la medición (¿cuál es la manera correcta de medir el impacto social de las decisiones que toma una empresa?); y el peso que se le asigna al criterio (¿se mide de la misma manera el impacto en emisiones de CO2 de una fábrica de ropa en India que de una empresa de software en San Francisco?).
A esto hay que sumarle la subjetividad existente entre los individuos o entidades que toman las decisiones en cuanto a lo que cumple y no cumple sus criterios (que pueden diferir de un individuo a otro). Lo que se consigue con todo esto es que la sensación de muchos inversores sea de que se están construyendo sus carteras sobre arenas movedizas en vez de sobre roca firme.
Faithful Investing
Sin embargo, el Faithful Investing o inversión coherente con la fe, basada en el magisterio católico, se centra en invertir en activos o empresas cuya actividad y prácticas no entren en conflicto con determinados principios morales. Estos principios y valores morales no cambian con el tiempo, ya que se consideran una expresión de la verdad y, por tanto, son permanentes, coherentes y no contradictorios entre sí. Esto los convierte en claros, sólidos e idóneos para tomar decisiones de inversión.
Es innegable que el crecimiento del mundo ESG y la adopción de criterios extra-financieros para tomar decisiones de inversión ha sido un paso adelante muy positivo. Sin embargo, para aquellos que buscan una vida auténtica alineando sus acciones con sus valores, la inversión ESG por sí sola no es suficiente. Mientras que la ESG busca añadir ciertos objetivos como promover ciudades y comunidades más sostenibles, el inversor coherente con su fe busca además promover aspectos inherentes a la persona, que respeten la vida humana, la familia, la dignidad del hombre y el valor real de la creación, mirando más allá de los criterios tradicionales de ESG para cumplir con sus propios valores personales.
En definitiva, el Faithful Investing es más amplio y profundo que la solidaridad con determinadas políticas sociales que suenan muy positivas y loables pero que desgraciadamente quedan en muchos casos en papel mojado. El inversor coherente busca un enfoque más sólido, construido sobre verdad, que le permita el pleno desarrollo de una cultura cristiana donde el centro de la economía y la inversión sea el desarrollo integral de la persona…. y ese es un objetivo en el que la ESG actual simplemente no está cumpliendo.
Borja Barragán.
CEO de Altum Faithful Investing.