Quadragesimo Anno es una de las encíclicas más importantes del pensamiento católico. Tras la primera encíclica social que cambió la relación de la Iglesia con el mundo, Rerum Novarum, Pío XI revisitaba esas ideas 40 años después. Uno de los pensadores más influyentes en esta encíclica fue Heinrich Pesch (1854-1926) jesuita alemán y fundador de la Escuela Solidarista.
La gran aportación del jesuita alemán fue desarrollar un sistema social y económico alrededor del principio de solidaridad[1] tratando de encontrar una tercera vía entre el socialismo y el individualismo[2]. El Solidarismo es una filosofía social derivada de la tradición del derecho natural que pretende ser la interpretación adecuada de la naturaleza humana y de las conclusiones filosófico-sociales y económicas que deben extraerse de ella[3]. Este desarrollo respondía también al objetivo de sistematizar la incipiente Doctrina Social de la Iglesia (DSI) que en el momento se estaba forjando, prueba de ello es la ya mencionada influencia de la obra de Pesch en Quadragesimo Anno.
El principio de solidaridad constituye un pilar fundamental en la DSI que tiene dos dimensiones: ser un principio social y ser una virtud moral. La solidaridad como principio social tiene valor ordenador de las instituciones hacia el bien común[4]. La solidaridad en palabras de Pesch es “interdependencia social y la dependencia recíproca real entre las personas”[5]. De esta manera, desarrolla una filosofía económica enfocada a aplicar la solidaridad a todos los niveles económicos: entre empleado y empleador, entre los ciudadanos del mismo Estado y entre las diferentes Naciones[6].
Esa solidaridad se materializa en armonizar el bienestar individual con el bienestar común. Un sistema que contempla que el mercado y la propiedad privada son herramientas legítimas y útiles para el desarrollo económico, pero deben estar sujetos a principios éticos que eviten el abuso. Esos principios son las obligaciones de los ciudadanos con la sociedad, de la sociedad con sus ciudadanos o de los ciudadanos entre sí como individuos, respectivamente: justicia legal, justicia distributiva y justicia conmutativa[7].
A efectos prácticos esta teoría se materializa en ciertas posiciones que, a día de hoy, siguen siendo de actualidad. En primer lugar, Pesch defendía la acción limitada del Estado basándose en el principio de subsidiariedad siendo su papel llegar a dónde las personas por sus propias capacidades personales no pueden llegar. En su lugar, proponía protección ordenada de sus derechos, asistencia eficaz y complementariedad de sus carencias con el poder que tienen los ciudadanos de un Estado cuando actúan de forma concertada[8].
En segundo lugar, para Pesch la propiedad privada, derivada de la ley natural, tiene un valor tanto económico como moral y está sujeta a ciertas obligaciones. En sus propias palabras:
“No existe un «derecho» que, como tal o en la propiedad y la adquisición de bienes materiales de la forma en que se ejerce, sea independiente del orden moral que opera en el mundo”[9]
Por último, una cuestión fundamental para Pesch es la relación del empleador con el empleado. En Rerum Novarum el Papa León XIII afronta la cuestión obrera haciendo una apasionada defensa de la inalienable dignidad de los obreros[10]. Ese espíritu lo recoge Pesch afirmando la idea de una cooperación justa y equitativa entre ambas partes. Pesch abogaba por un sistema económico en el que los trabajadores recibieran salarios justos y condiciones laborales adecuadas, y en el que los empleadores asumieran su responsabilidad social hacia sus empleados. Esta postura constituye uno de los pilares en los que se apoyará Pío XI para escribir Quadragesimo Anno.
La importancia de la obra de Pesch reside en haber sido capaz de sistematizar la esencia de la DSI en un sistema económico que parte de la ley natural y sitúa a la persona en el centro. En palabras del Papa Juan Pablo II en Sollicitudo Rei Socialis “el ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas”[11].
[1] Ederer, J. Rupert, Heinrich Pesch, Solidarity, And Social Encyclicals, 1991, Review of Social Economy, 49:4, 596-610. Disponible en internet: https://doi.org/10.1080/00346769100000050
[2] Ronheimer, Martin, Market Capitalism and Christian Social Ethics: A Contradiction?, 2019, Austrian Institute Paper Nr. 27, p.2. Disponible en internet: https://austrian-institute.org/wp-content/uploads/2020/02/Rhonheimer-Market-Capitalism-and-Christian-Social-Ethics-Ai-Paper-27-2019.pdf
[3] Koslowski, Peter. Solidarism, Capitalism, and Economic Ethics in Hienrich Pesch, 2000, The Theory of Capitalism in the German Economic Tradition. Studies in Economic Ethics and Philosophy, Springe. Available at: https://doi.org/10.1007/978-3-662-04084-3_10
[4] DSI p.98
[5] Ederer, J. Rupert, John Paul II, Hienrich Pesch and the Christian Virtue of Solidarity, 1997, Faith and Reason: The Journal of Christendom College, Vol. XXIII, No. 2. Disponible en internet: https://media.christendom.edu/1996/06/john-paul-ii-heinrich-pesch-and-the-christian-virtue-of-solidarity/
[6] Messner, Johannes, Hienrich Pesch, Das Neue Reich, 1926, vol. 8.
[7] Ederer, J. Rupert, John Paul II, Hienrich Pesch and the Christian Virtue of Solidarity, 1997, Faith and Reason: The Journal of Christendom College, Vol. XXIII, No. 2, p. 4. Disponible en internet: https://media.christendom.edu/1996/06/john-paul-ii-heinrich-pesch-and-the-christian-virtue-of-solidarity/
[8] Pesch, Heinrich, S.J., Ethics and the National Economy, 2004, HIS Press, Norfolk, VA, P.52.
[9] Ibid, p.75.
[10] Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, Biblioteca de Autores Cristianos, 2019, p.138 (n.268)
[11] Papa Juan Pablo II, Sollicitudo Reis Socialis, Santa Sede, 1987, n. 39. Disponible en internet: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30121987_sollicitudo-rei-socialis.html